DIXIT
Dixit es uno de mis juegos familiares favoritos, ¡nunca falla! Lo he jugado con infinidad de grupos y en todos ha causado sensación. Aunque las cartas sean siempre las mismas, cada partida es única. La experiencia de juego es muy positiva: risas, sorpresas, gastadas, etiquetas para el jugador con la mente más retorcida, el más perspicaz para adivinar o el incomprendido... Además de ser un juego en el que hay un objetivo, reglas y un grupo puede pasar un buen rato, Dixit tiene un componente social que lo distingue de los demás juegos.
Si los participantes no se conocen, pueden aprender un poco de los demás por la forma en que eligen sus cartas y cuentan sus historias. Y si en cambio los jugadores ya son cercanos, entonces se ponen a prueba para ver qué tanto se conocen, y muchas veces se descubren inesperadas facetas...
Algo que prueba que el juego funciona de maravilla es que lo que más interesa no es quién gana sino jugar cada ronda. En general, cuando explico el juego a un nuevo grupo no pongo una meta en el puntaje sino que les digo que vamos a jugar una ronda de turnos en la cual a cada uno le va a tocar ser narrador una vez. Pero cuando llegamos al final quieren jugar una ronda más, y con frecuencia eso tampoco alcanza...
El corazón del juego son las ilustraciones, y sin duda el arte es un factor clave. Las imágenes cuentan historias, siempre tienen alguna ambigüedad que abre las posibilidades de la imaginación y en general son muy amigables. Las reglas son muy sencillas y sólo lleva unos minutos aprenderlas.
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