After The Virus
After the virus es el virus. De esos que te pican y te obligan a jugar una partida tras otra hasta que ganas o -lo más probable- hasta que te ganan. Y pese a sus cualidades, su forma de jugar amena, interesante y rápida, existe el riesgo de que, más que morirte, quieras suicidarte si te sobreviene la frustración por enfrentarse a un juego en el que ganar es casi imposible.
El juego, diseñado por Jacob Fryxelius, el mismo autor del afamado Terraforming Mars, es una de esas rara avis que funcionan casi más por el boca a boca que por haber tenido una gran campaña en los medios especializados detrás. Con un pequeño mazo de cartas, Fryxelius se saca de la manga un solitario en el que hay que ir comprando cartas, jugándolas a conveniencia y sobreviviendo a las ordas de muertos vivientes mientras se intenta cumplir un objetivo dado.
Decimos lo del solitario pero sería más correcto hablar de juego cooperativo, que es como de verdad se vende este After the Virus; o para ser más preciso: colaborativo. El matiz viene a cuento de que aunque tres personas pueden sentarse a la mesa, cada uno con su propio personaje y sus propias cartas, la interacción entre ellos será muy limitada. La gracia del asunto no es tanto cooperar como compartir la experiencia, ya que en este modo todos los jugadores deben cumplir a la vez el objetivo de la misión al final de un turno. Si no es así, el juego sigue hasta que suceda. Y en este juego, casi más que en ningún otro, el paso del tiempo juega muy en nuestra contra.
La partida se inicia eligiendo un personaje. Hay cuatro disponibles, a cada cual más chulo, que van desde el adolescente renegado hasta la abuelita con escopeta. Cada uno difiere del resto en las cartas que tiene en su mazo inicial. En unos casos puede tener más capacidad de maniobra, en otra saber saquear, manejar armas… lo típico. Lo que es común en todos es la fuerza vital. Con esas mimbres hay que cumplir el objetivo de la misión que elijamos.
After the virus incluye en la caja un pequeño libreto con hasta 16 misiones. Todas mantienen una línea argumental a través de varios capítulos. No es muy profunda y no es de esas que permitan llevarse a la siguiente fase alguna mejora conseguida previamente, pero al menos le dan un punto de coherencia al juego, además de regalarte una cierta sensación de progreso, ya que aparte de señalar un objetivo concreto, también suelen modificar algún aspecto de las reglas o marcar algún hándicap (como si eso fuera necesario).
El juego, ya lo habrán percibido a través de la fina ironía que se destila en las líneas precedentes, resulta extraordinariamente puñetero. No de jugar, ya que la mecánica es muy sencilla, pero sí de ganar. Puede ser verdaderamente frustrante y hace pensar que, tal como está, igual el juego está roto. Y es que lo peor no es perder una partida sino esa sensación de que la siguiente, que tantas ganas tienes de jugar, acabará igual o peor.
La mecánica es fácil. En cada turno tendremos cinco cartas de nuestro mazo personal en la mano. Si ha salido algún zombie en ellas lo dejamos aparte y tendremos que matarlo para no salir heridos. Para el resto tenemos varias opciones:
– Jugarlas en nuestra zona. A no ser que sean cartas rojas de evento, cuyo efecto al usarlas sería inmediato antes de irse al descarte, la mayoría se bajan a nuestra zona de juego. La peculiaridad es que lo hacen agotadas, lo que exige que hagamos un gasto extra para tenerlas listas para su uso. Algunas piden más cartas; otras un naipe específico, etc.
– Jugar cartas preparadas. Una vez que las tengamos listas, ya pueden ser usadas. Las hay de varios tipos, desde las ‘continuas’, que dan ventajas extra cada turno, a las que se descartan para que aparezcan de nuevo en el futuro; o incluso las que se sacan del juego para aprovechar un efecto aún más poderoso.
– Explorar. Descartando una de nuestras cartas, realizamos la acción de exploración, que consiste en sacar una carta del mazo de juego y ponerlas en una especie de oferta. Las que se quedan ahí pueden ser incorporadas a nuestra zona de juego -agotadas- pagando el número de cartas que pide cada una. En la terminología del juego, esta ‘compra’ se llama ‘Recuperar’.
Por supuesto, también hay que pelear contra los zombies que salgan. Como hemos apuntado, estos se colocan en su propia fila. Usando las cartas que tenemos en la mano y las preparadas, tenemos que quitarnos de encima a estos enemigos porque, al final del turno, cada bicho nos provoca una herida. La partida se pierde cuando recibimos la tercera, por lo que hay que tener mucho cuidado.
Hay más. Aquí ya entramos en el modo de locura, porque el mazo de zombies incluye cartas de 1, 2, 3 y 4 muertos vivientes. Cada vez que se nos acaben las cartas de nuestro mazo personal y haya que barajar, se produce lo que se llama una oleada. Cada barajeo sube este registro, que significa que hay que meter en nuestro mazo tantas cartas de zombie como marque. Si nos han seguido hasta aquí, ya ven que todo va relacionado y muy encaminado a empantanarnos más pronto que tarde: un mazo pequeño se cicla más y eso va añadiendo zombies cada vez más poderosos. Desesperante.
A estos engendros podemos matarlos o descartarlos. La diferencia es que lo primero los devuelve a su propio mazo y los descartados se quedan con nosotros hasta volverlos a ver en la próxima rotación, si llegamos.
Con sus pequeños matices, After the Virus es esta guerra en la que encontrar el equilibrio entre lo que tienes, lo que necesitas, lo que compras y los zombies que te van saliendo. Digo «equilibrio» como eufemismo de potra, porque puede pasar que, aún optimizando al máximo las cartas que tengas, quedes totalmente vendido ante una mala mano. Generalmente es más que difícil que dé tiempo a prepararse a la velocidad que van surgiendo los problemas y eso, que sin duda señala a los superdotados, a los que somos del montón nos acaba desanimando.
Decíamos que en este caso el boca a boca había hecho mucho por el juego. Pero además de por sus mecánicas, también por el arte, que ha llenado páginas de foros y no siempre con buenas críticas, más bien al revés. No obstante, y aun reconociendo que es peculiar, creo que su tono le va perfecto al espíritu gamberro que transmite el juego. No podría imaginarme de otra manera a Ruth, con su recortada.
Link de descarga: https://drive.google.com/file/d/1wFyHwO5Y1nMLZ_9--AQzJfpoqpf86EDT/view?usp=sharing
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