Sakura
Juegazo!!!
Llamar la atención del emperador y conseguir el mejor ángulo nunca fue tan divertido.
Un filler interactivo y con cierto caos en pos de la diversión es lo que nos propone Sakura, un juego de Reiner Knizia en caja pequeña.
¿DE QUÉ VA?
En primavera, cuando los cerezos florecen y las coloridas flores tintan el paisaje, el emperador no puede evitar dar un paseo por su jardín. Como buenos artistas, todos los jugadores intentaremos plasmar el mejor ángulo y retrato del emperador. Para ello deberemos correr pero no chocarnos con el emperador, o perderemos la posición privilegiada…
¿CÓMO SE JUEGA?
Una partida a Sakura dura un paseo completo del emperador por su jardín. El emperador hará tres paradas para contemplar los tres sakuras (cerezos) en flor. La partida termina después de haber contemplado el tercer y último árbol.
Cada jugador empieza con un pintor de su color que colocará sobre el portón, cinco fichas y una mano inicial de cinco cartas. ¡Ya podemos empezar!
Todos los pintores empiezan tras el muro, fuera del tablero, y progresarán hacia adelante. El emperador lleva unas casillas de ventajas, empezando en la casilla del tori y avanzando hacia su paseo unidireccional.
En partidas de hasta cuatro jugadores, el puente se considera una sola casilla, y no tres. En partidas a cinco o seis jugadores, se aumentan las casillas para evitar bloqueos constantes.
En Sakura todos los jugadores eligen una carta de forma simultánea, colocándola boca abajo y revelándolas al unísono, sin saber qué habrán elegido nuestros rivales. En las cartas encontramos movimientos para nuestro pintor, pero también para el emperador que, dicho sea de paso, a veces va sin prisa y otras incluso retrocede.
Detalle de distintas cartas, con los movimientos en su borde superior izquierdo. El valor de abajo es único y muestra la iniciativa de la carta.
Una vez reveladas las cartas de todos los jugadores se deben ejecutar en el orden de su iniciativa de valor más bajo a valor más alto. De esta manera el orden viene establecido por el valor de la esquina inferior izquierda, que nunca se repite en dos cartas distintas.
Los jugadores deben realizar todos los movimientos que describa su carta. No pueden moverse menos de lo indicado ni anular parte de los iconos. Cuando movamos los pintores debemos saber que nunca pueden compartir casilla con otro jugador, por lo que solo contaremos los espacios vacíos. De esta manera, si estás detrás de todos tus contrincantes puedes avanzar mucho, o demasiado, con valores bajos.
Las distintas acciones ofrecen estos efectos de izquierda a derecha y de arriba a abajo: mover al emperador un paso hacia atrás, que retroceda dos pasos el pintor más adelantado, que avance el pintor más atrasado, hacer saltar tu pintor al primer espacio vacío que tenga por delante del siguiente pintor, mover a tu pintor uno o tres espacios hacia adelante. Esto son solo ejemplos de lo que Sakura nos depara.
Por otra parte, si caes sobre el emperador o fueras a superarlo, te tropiezas con él, lo cual se considera una falta de respeto ante tal figura. Si chocas con el emperador pierdes una ficha, si tienes, y te desplazas tres casillas hacia atrás. De nuevo, al no contar espacios vacíos puedes irte al final de la fila…
Tras jugar una ronda, los jugadores reponen su mano para tener cinco de nuevo. La partida sigue hasta que el emperador pise una de las casillas de contemplación del cerezo. La carta que haga que el emperador pise la casilla se resuelve por completo y las cartas que queden por resolver son descartadas. El emperador ha llegado al interesante lugar y se otorgan puntos para los jugadores más cercanos al soberano.
De más cercano a más lejano, los pintores ganan 3, 2 y 1 punto. En este caso, el jugador marrón obtiene 3 puntos que se marcan con nuevas fichas. Si la partida tiene más de cuatro jugadores, el cuarto jugador también obtiene un punto, algo que viene sombreado en el cerezo.
Los jugadores obtienen puntos en cada una de las tres paradas delante del Sakura, que da nombre al juego. Tras la última contemplación, la cual ofrece más puntos que las anteriores, los jugadores solo deben contar sus fichas para saber la puntuación final y determinar el ganador.
Aunque cada jugador empieza con cinco fichas en su color, que pueden perder al tropezar con el emperador, habrá una reserva de fichas rojas que obtenemos al colocarnos cerca del emperador cuando se pare frente al cerezo.
¿QUÉ ME PARECE?
Sakura es un un título con cierto caos, que pretende dar sorpresas a cada turno y generar más tensión que control con un buen puñado de cartas. En este pequeño filler se intentará intuir las intenciones de los jugadores, pero nunca con la certeza de asegurar jugadas, algo que se nota todavía más cuando jugamos al número máximo, donde el control se reduce de forma inversamente proporcional a las risas que genera.
Que Reiner es el autor más prolífico no es nada nuevo a poco que conozcas la trayectoria de dicho diseñador. Entre tanto proyecto, se encuentras refritos y calidades de todos los colores. Aunque sus títulos más memorables tienen cierto tinte matemático, en el que los colores y los números tienen un protagonismo que puede maquillarse con cierta temática que desdibuja la abstracción que esconde, no todos sus juegos son así. En el ejemplo que hoy nos ocupa, el autor pretende algo ligero y directo en el que lo que haga cada jugador interfiera de gran manera en lo que nosotros hagamos.
Y es que Sakura pretende que intentemos imaginar qué harán nuestros rivales, pero no desde el punto de vista inequívoco, sino desde la posición de la incertidumbre que genera saber que hay sesenta cartas, imposibilitando que controlemos de forma fina los movimientos de rivales. De esta manera, Sakura es un marco normativo de pocas reglas en el que la experiencia la generan los jugadores con cada uno de sus deterministas actos.
Sakura integra el caos que ese mazo de cartas genera y se deja llevar para que los jugadores se diviertan y se sorprendan con cada ronda, al revelar las cartas y ver que su pequeño avance puede convertirse en el tropiezo, nunca mejor dicho, más grande que hayan podido imaginar. Ese es el sabor que pretende transmitir, acompañándose del dinamismo propio que se espera. Y es que Sakura no sería tan divertido si no se acompaña de un turno simultáneo que haga fluir las partidas, sin entre turnos, que solo harían que darle importancia a decisiones que, aunque la tengan, quedan muy diluidas por desconocer los movimientos de los demás.
En cuanto a escalabilidad, es un juego que siempre he sacado a cuatro o más jugadores. Creo que tanto el diseño como la esencia del juego, más cercana a las risas y el descontrol que a otra cosa, se beneficia de varios jugadores. El ajuste de los puentes y los puntos para la cuarta posición ajusta bien el juego entre cuatro y seis participantes. En mi opinión se diluye bastante con tres jugadores y, pese a sus dos variantes, no es un juego que sacaría a mesa si solo somos dos.
A nivel de producción, Osprey hizo un gran trabajo con unas ilustraciones atractivas y unos meeples clásicos pero con el emperador sobredimensionado. De esta forma tenemos una caja pequeña, así como su contenido precio, haciendo que sea uno de esos títulos que no cuesta meter en la mochila por si tras la cena nos apetece jugar y somos muchos en la mesa.
En definitiva, Sakura no es ni pretende ser uno de los títulos neuronales y matemáticos del doctor Knizia. En este caso pretende ofrecer un juego de turnos simultáneos, interactivos y más caóticos que de costumbre para ofrecer una experiencia más divertida que controlable. Si sabemos ante lo que nos encontramos, tenemos un título pequeño, bien ilustrado y muy asequible que pretende llenar de carcajadas las veladas con hasta seis amigos de una forma dinámica y sencilla.
Link de descarga:
https://drive.google.com/file/d/1X_LwPxEJSSm87qH28kTI6n8p6cQTY78D/view?usp=share_link
No hay comentarios:
Publicar un comentario